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Sala Blas Cabrera Felipe

IES Canarias Cabrera Pinto

Así era descrito en los libros de la época:

Hemos visto mas arriba (83) que la presion sobre el fondo de un vaso lleno de líquido, no depende ni de la forma del vaso, ni de la cantidad de liquido, sino solamente de la altura de este sobre el fondo. No hay que confundir la presion que así se ejerce sobre este, con la que el mismo vaso origina sobre el cuerpo que le sostiene. Esta última es siempre igual al peso total del vaso y del líquido que este contiene, mientras que la primera puede ser mayor, menor ó igual que este peso, segun la forma de la vasija. Desígnase de ordinario este hecho con el nombre de paradoja hidrostática, porque á primera vista parece un enunciado paradójico.

GANOT, A. (1862), Tratado elemental de física. Madrid, Carlos Bailly-Baillière. pp. 64.

La paradoja hidrostática consiste en confundir esta presión [sobre el fondo] con el peso del líquido, y suponer que variando la forma y tamaño del vaso, sin variar la base y la altura, no se altera el peso del líquido.

PICATOSTE, F. (1889), Elementos de Física y Química. Madrid, Librería de la Viuda de Hernando y C.ª. pp. 41.

Se ve que, para un liquido dado, la presión que sufre una pared ó el fondo sólo depende de su superficie y su distancia al nivel, sin que en nada influya la cantidad de líquido, lo cual á primera vista, extraña, y de aqui el nombre de paradoja hidrostática con que se conoce este hecho. [...]

ESCRICHE, T. (1899), Elementos de Física y nociones de Química. Barcelona, Imprenta de Pedro Ortega. pp. 210.

La presión sobre el fondo, es independiente de la forma de la vasija y de la cantidad de líquido que contiene. Se comprueba esto experimentalmente con los aparatos de Haldat y de Pascal, mejorado por Massón. [...]

[...]

Más elegante [que el de Haldat], aunque no de tan fácil manejo, es el aparato de M. Massón. [...]

VALLADARES, B. (1900), Tratado de física elemental. Bilbao, Imprenta del Corazón de Jesús. pp. 166-167.

Manual de uso

[...] En el tubo de latón c (fig. 150) se atornillan uno tras otro los vasos M, A, B, sin fondo, que se cierran por abajo con el disco de vidrio esmerilado a, pendiente del platillo de una balanza. En el otro se ponen las pesas convenientes: y echando agua en los vasos, se halla que ha de llegar en todos á igual altura, sea cualquiera su figura, para que ceda el disco á la presión y deje salir el agua.

VALLADARES, B. (1900), Tratado de física elemental. Bilbao, Imprenta del Corazón de Jesús. pp. 167.